En este recinto carcelario, ubicado en la Isla Teja, se concentró el mayor número de presos políticos en la Región de los Ríos entre el Golpe de Estado de 1973 y el año 1989.

Los testimonios consignan que se trataba de un edificio de construcción nueva, inaugurado en 1973, en el que hombres y mujeres permanecían separados. Durante su permanencia en este recinto los prisioneros políticos no tenían permiso para ver a sus familiares ni para trabajar, situación que varió con el tiempo, permitiéndose las visitas los días sábado y facilidades para trabajar en un taller de carpintería.

Los detenidos llegaban en su mayoría en muy malas condiciones físicas y anímicas, sometidos previamente a malos tratos, vejámenes e intensos interrogatorios en los diversos retenes y comisarías de la provincia o recintos militares.

En este recinto los detenidos eran sometidos a constantes y permanentes amenazas, tormentos tales como las descargas de metralletas que los guardias hacían en la madrugada, simulando operativos y múltiples simulacros de fusilamiento y golpizas. Además, eran obligados a permanecer en posiciones forzadas durante tiempo prolongado. El hostigamiento era permanente.

Los detenidos eran sacados del penal durante la noche por personal del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), y llevados a otros recintos donde eran interrogados y torturados. Los sitios de tortura más frecuentes, según los testimonios, eran el Regimiento Cazadores, en cuyo interior funcionaban la Fiscalía Militar, y el cuartel del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), hacia y desde los cuales eran trasladados vendados y amarrados, golpeados y amenazados, retornando a la cárcel en muy malas condiciones.