Al mediodía del 2 de agosto de 1986, Mario Martínez Rodríguez salió de su casa en La Florida, y nunca más regresó. A la sazón secretario general de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago de Chile (Feusach) y secretario de finanzas de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), este joven militante democratacristiano fue hallado muerto a los pocos días, en la playa grande de Rocas de Santo Domingo.

Información recopilada posteriormente por el Consejo Superior de la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación, institución encargada de concluir el proceso de declaración de víctimas de violencia política iniciado en el Informe Rettig, permitió determinar que Mario Martínez “fue detenido y muerto por agentes del Estado al margen de proceso legal”.